Pandemia cambió las relaciones de poder en Centro Histórico
En el tiempo de pandemia, el Centro Histórico de la Ciudad de México experimentó la redistribución de las relaciones de poder, aumentó la población en situación de calle, se resignificó la noción de patrimonio cultural y se intensificó la actividad del crimen organizado, revela estudio del Dr. José Ignacio Lanzagorta, posdoctorante de la Universidad Iberoamericana.
La investigación Imaginarios urbanos y sociabilidad. La política e interacción del espacio, las identidades y la globalidad en la Ciudad de México fue desarrollada por José Ignacio Lanzagorta García, doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de México, durante su estancia de investigación posdoctoral en el Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la IBERO, bajo la coordinación del Dr. Alejandro Agudo Sanchiz.
El académico expuso en una videocolumna, publicada en el canal de YouTube de la División de Investigación y Posgrado, que en el Centro Histórico de la Ciudad de México el impacto de la pandemia no es temporal y le llevará mucho tiempo recuperarse de la crisis.
El antropólogo de la ciudad se interesó en este tema porque buscaba analizar por qué era importante la 'peatonalización' de algunas calles del Centro Histórico como ocurrió con la calle de Madero o con la calle de Regina. Y si era posible seguir peatonizando más calles.
El académico explicó que resulta interesante y tensa la idea de peatonalización de la zona para estandarizarlo con la idea de Centro Histórico, como patrimonio cultural. De acuerdo con sus datos, ha habido avances en el tema de la peatonalización desde el año 2009. Sin embargo, hay más proyectos que no se concretan porque incomoda a algunos vecinos.
Detalló que con la pandemia aumentaron los proyectos de peatonalización de calles pero no por rescate del patrimonio ni por expulsión de coches, sino por higiene para promover la distancia y evitar los contagios.
El espacio entero de la ciudad cambió. Con la crisis sanitaria, la noción de estar cerca el uno del otro era peligroso. Todos los discursos de la convivencia estuvieron (están) en crisis y no hay información suficiente para comprender los saldos que dejará esta emergencia en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
De acuerdo con su trabajo etnográfico y de entrevistas en profundidad con vecinas y vecinos del Centro Histórico, este lugar es un espacio en disputa de grupos de poder como comerciantes formales e informales, corporaciones transnacionales, del ramo turismo global, la participación de burócratas y entidades gubernamentales, entre otros. En este contexto, el Estado no sólo es un jugador más, sino un negociador que interactúa con diferentes grupos de poder. Incluso con el crimen organizado que ha aumentado su avance.
El trabajo de investigación comenzó a la distancia, primero con un seguimiento de prensa de comunicados gubernamentales, después realizó entrevistas en profundidad, vía Zoom, con vecinos del Centro Histórico para, finalmente, sostener charlas en presencia en el espacio público con algunos residentes y observar en directo cómo retornaba la vida y el movimiento al lugar en el que circulaban –antes de la pandemia– entre 2 a 3 millones de personas que llegaban y se iban.
“La pandemia obligó a que sus residentes fijos se quedaran” y que los comerciantes dejaran de recibir enormes flujos de gente.
Entre la segunda y la tercera ola, el antropólogo pudo tener conversaciones en el espacio público con las personas. El trabajo in situ fue muy importante para sentir y comprender el lugar de estudio. “Veíamos el paso de la gente y de otros habitantes del Centro Histórico. Las entrevistas fueron detenidas constantemente por el paso de la realidad”, apuntó.
En este marco de referencia, el discurso del patrimonio cultural se tornó frágil porque se evidenció que este concepto capitaliza los espacios y los incorpora al mercado global del turismo siempre y cuando ese “patrimonio” reciba interacción de las personas, expuso. Pero por la pandemia eso era imposible.
Por ejemplo, durante la pandemia, la iglesia de la Santa Veracruz, frente a la Alameda, dejó de ser ejemplo de patrimonio cultural para convertirse en hogar de algunas personas en situación de calle, narró el académico, quien precisó que durante este tiempo de emergencia las nociones de congregación y encuentro se volvieron situaciones de alerta y de cuidado para evitar el contagio del virus.
Con la pandemia, este espacio de la capital del país experimentó “un choque” porque cambiaron las relaciones de poder, las normas sociales, los discursos se pusieron en crisis y hay reacomodos. “Las consecuencias y renegociaciones en el Centro Histórico vendrán más adelante”, precisó.
Los resultados de su investigación serán publicados en el año 2022.
El Dr. José Ignacio Lanzagorta también es maestro en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana, donde llevó a cabo un trabajo sobre la Glorieta de Insurgentes, de la Ciudad de México, como un sitio ilustrativo de la disputa entre la planificación y las formas de sociabilidad en la producción de lugares.
Asimismo, le interesan la antropología política y la historia cultural urbana, campos desde los que procura abrevar a su trabajo académico.